¿Cuánto dolor puede aguantar una madre? ¿Cuánto sufrimiento puede soportar sin llegar a rendirse?
Narin es todo un ejemplo de fortaleza y de lucha incansable. Ha recibido duros golpes de la vida y ha sufrido más de lo que podamos imaginar al conocer su historia. Pero ella sigue en pié, cuidando de sus hijos día a día, con su mejor sonrisa.
Su historia, tiene elementos comunes con la de todos los refugiados que, tras años de guerra y ver cómo las bombas destrozaban su país y las opciones de futuro en su hogar, emprenden un largo y difícil viaje para escapar de ese horror. Y como tantos, al llegar a Grecia, acaban atrapados en los campos de refugiados porque las puertas del resto de Europa están cerradas.
Pero a ella, le ha tocado vivir un drama particular, que hace que su huida de la guerra, su viaje y su vida en los campos de refugiados haya sido mucho más duro.
Narin vivía en Siria con su marido y sus cuatro hijos varones. Los cuatro nacieron y crecieron sanos hasta que el mayor comenzó a presentar síntomas de una enfermedad neurológica degenerativa. Comenzó a perder las fuerzas, dejó de caminar, de ver, de oír, de controlar esfínteres…, hasta hacerse totalmente dependiente y sin posibilidad de comunicación. Finalmente el niño murió cuando era un adolescente.
La muerte de un hijo no se supera, ella quedó destrozada, pero aprendió a vivir con ese dolor y a seguir adelante por el resto de sus hijos.
El mismo año en el que murió su hijo mayor, Narin vio cómo los gemelos Mateen y Mubeen, comenzaron a presentar los mismos síntomas y la enfermedad no tardó en deteriorar sus funciones neurológicas. Por desgracia, ya sabía a lo que se enfrentaba…
Cuando la guerra les obligó a dejar Siria, dos de sus tres hijos ya estaban muy enfermos. A pesar de su situación, emprendieron un viaje lleno de incertidumbre y dificultades porque era la única opción que tenían. Caminaron durante muchas horas, a veces sin agua y sin comida. Personas desconocidas que encontraban en el camino les ayudaban a llevar a sus hijos. Pasaron momentos muy duros y de desesperación hasta llegar a Grecia.
Team Kitrinos conoció a esta familia cuando prestaba atención sanitaria en el campo de refugiados de Elpida. El equipo se volcó con ellos porque su situación era especialmente dramática. Dieron atención sanitaria y rehabilitación a los gemelos mientras vivieron en el campo, pero esos niños necesitaban salir de allí y mejorar sus condiciones de vida. Sus informes médicos y la situación de vulnerabilidad que tenían, ayudaron a acelerar los trámites para iniciar el proceso de asilo en Grecia. Tras muchos meses en el campo, finalmente consiguieron un piso en el que vivir y una pequeña aportación económica.
A pesar de no estar viviendo en ningún campo de refugiados, Team Kitrinos ha seguido atendiendo a estos niños y a su familia con la unidad móvil. Todas las semanas los visitan, el fisioterapeuta del equipo les hace rehabilitación, el médico y enfermero les atienden si presentan algún proceso agudo como infecciones respiratorias que padecen con frecuencia, les proporciona toda la medicación crónica que necesitan, y atienden las necesidades de salud del resto de la familia… Pero sobre todo, y lo que Narin más agradece, es que le acompañan, le dan apoyo psicológico, le dan fuerzas para seguir porque sabe que cuenta con ellos, que no está sola en el cuidado de sus hijos.
Yo conocí a Narin y a sus hijos en una de esas visitas semanales. Me impactó mucho la situación en la que estaban los gemelos. Tenían 13 años, la edad de una de mis hijas, pero su vida era totalmente distinta a la de cualquier niño de esa edad.
El hijo pequeño Yusef, de cinco años de edad, era encantador, un niño alegre y cariñoso que no tardó en hacerse con toda nuestra atención. Nos enseñó sus dibujos y se ofreció a hacernos un retrato con sus pinturas. Su madre disfrutaba al verlo, y su sonrisa iluminaba la sala, pero mientras el niño pintaba, nos iba contando lo duro que es para ella pensar que pueda terminar con la misma enfermedad que sus hermanos.
Nos contaba lo duro que fue ver morir a su hijo mayor, la impotencia que sentía al no haber podido proporcionar los mejores cuidados a los gemelos por culpa de la guerra y por haber pasado tanto tiempo en los campos de refugiados. Nos contaba que ahora no piensa en el futuro, ni en qué será de sus vidas, sólo piensa en cuidar lo mejor posible de sus gemelos y en disfrutar de su pequeño, quiere aprovechar cada día a su lado mientras esté sano porque lo que más miedo le da y a lo que teme, más incluso que a la propia guerra, es a esa terrible enfermedad que le está arrebatando poco a poco lo que más quiere.
No imagino lo que Narin ha sufrido, ni lo que le queda por sufrir… Es muy dura la enfermedad que padecen sus hijos y vivir esa situación como refugiados en un país extraño, lejos de su cultura, de su familia y amigos lo hace todavía peor.
Como ella, cada refugiado tiene su propia historia y vive su propio drama… Pero, ¿hasta cuándo? ¿Cuánto podrán soportar? ¿Cuánto tiempo va a durar la indiferencia de nuestras sociedades tan modernas y avanzadas ante el sufrimiento de tanta gente?
No sé cuánto durará, pero mientras siga esta crisis sé que Team Kitrinos estará allí, dando de su mejor medicina a familias como la de Narin que necesitan tanto apoyo.
Dejo el enlace del vídeo de Mateen y Mubeen, publicado por Kitrinos para difundir la dura situación que están viviendo y conseguir más ayuda para ellos.
Puedo colaborar soy TCAE
Me gustaMe gusta
Muchas gracias Carmen!! Si quieres colaborar entra en http://www.kitrioshealthcare.com y encontrarás la opción de ayudar como voluntario o económicamente. Gracias!!!
Me gustaMe gusta