En la última  entrada de este blog, describí el campo de refugiados de Moria como un infierno y una vergüenza para Europa. ¡Ciertamente lo es!, pero entre la oscuridad que envuelve Moria, también descubrí  luces que iluminan. Signos de esperanza que animan a creer que podemos esperar algo más de este mundo.

Ante el fracaso de los gobiernos, son muchas las personas que han decidido  implicarse directamente en esta crisis humanitaria. Han surgido muchas organizaciones de voluntarios para intentar  mejorar la vida de los refugiados que viven en Grecia, dispuestas a luchar por que se respeten sus derechos humanos y que vivan con mayor dignidad.

En Kitrinos Healthcare he descubierto muchas luces, comenzando por Siyana, su fundadora y el alma de este apasionante proyecto. Una persona sensible, inspiradora y entregada a la ayuda a los refugiados. Desde que llegó a Grecia como voluntaria por primera vez hace 3 años, ha sido capaz de organizar una pequeña asociación benéfica en la que ya han colaborado más de 800 voluntarios y ha prestado atención sanitaria en 17 campos de refugiados diferentes. Ahora en el campo de Moria, gestiona la principal clínica que presta atención sanitaria a los adultos del campo.

Otra luz dentro del equipo Kitrinos, es Abdulhadi, su coordinador sobre el terreno, un chico Sirio que llegó como refugiado. Yo lo conocí hace un año en Atenas, él colaboraba con la asociación Hope Café dónde el equipo Kitrinos iba a pasar consulta los fines de semana. Más tarde, Siyana le encargó la organización del equipo en Lesbos  y este año he tenido la oportunidad de trabajar con él en la clínica de Moria. Ha sido un placer ser testigo de su entrega, dedicación, su capacidad de organización y de gestionar las continuas adversidades con las que hay que lidiar para que el trabajo salga adelante.

Pero sin duda, las luces dentro de Kitrinos, al igual que en el resto de asociaciones, eran los traductores. Jóvenes refugiados de distintas nacionalidades, que sabían inglés y nos prestaban un servicio muy valioso, sin el cual, no podríamos desempeñar nuestro trabajo. Ellos nos traducían a las distintas lenguas de los residentes del campo, trabajaban sin descanso las mismas horas que nosotros, pero la diferencia, es que ellos acudían muchas veces sin desayunar, o sin haber descansado  por la noche. Cuando terminábamos la tarea, los voluntarios volvíamos a la ciudad, pero  ellos se quedaban en Moria, intentaban descansar en sus tiendas para volver al día siguiente con una sonrisa, dando los buenos días y dispuestos a ayudar en todo lo que se presentase.  Daba gusto ver con qué sensibilidad trataban a los pacientes y con qué interés y dedicación desempeñaban su tarea. Para mí han sido toda una lección de humanidad.

También han sido luces los voluntarios con los que he podido trabajar cada día, especialmente Andrea, un médico italiano, que trabajaba con gran alegría cada día y al terminar la tarea, cogía su ukelele y se iba a tocar a la zona alta del campo y a la zona de los olivos. Él decía, que esa era la mejor medicina que les podía ofrecer. 

Luz, la fundadora de “Light without borders” brilla con luz propia en Lesbos, es una mujer apasionada que se dedica en cuerpo y alma a la ayuda a los refugiados. Lleva ya dos años viviendo en Lesbos y ayudando a los refugiados de Moria, especialmente a los más vulnerables. A pesar de las dificultades que ha encontrado con su proyecto, ella no se rinde y sigue adelante. Es todo un ejemplo de entrega y dedicación y una inspiración para todo el que la conoce.

Otra luz en Moria, especialmente para las mujeres, es el proyecto de “Rowing Together” que presta atención sanitaria a las mujeres embarazadas o con problemas ginecológicos. La sensibilidad con la que tratan a sus pacientes y la acogida que les dan hace que se puedan sentir algo más seguras,  en un lugar tan hostil como Moria. “Médicos Sin Fronteras” también aporta su luz, ocupándose de la salud de todos los niños del campo en su clínica, uno de cada cuatro refugiados en Moria es un niño, y tener a un grupo sanitario dedicado en exclusiva a su atención, es fundamental para ellos y para sus familias.

Como médico, me he relacionado más con las asociaciones sanitarias, pero en Moria, hay una gran variedad de formas de ayuda humanitaria que intentan dar luz cada día. Caminando por el campo pude ver a un grupo de voluntarios cuya actividad consistía en limpiar y recoger basura, pasan las horas de su jornada haciendo de Moria un lugar más agradable para las personas que se ven atrapadas allí durante tanto tiempo.  Otro grupo de voluntarios, se dedicaba a hacer juegos y actividades recreativas con los niños, otros daban clases de inglés. También había un grupo de abogados que orientaba a los refugiados en las cuestiones burocráticas tan tediosas. Otros ayudaban a mejorar las condiciones del campo y los conocí el día que vinieron a poner lonas de plástico para que no se inundase nuestra clínica con la tormenta.  También hay personas que intentan ayudar a combatir el estrés postraumático que padecen muchos refugiados con distintas terapias ocupacionales o terapias relajantes  tipo yoga o tapping.

Es cierto que Moria es un lugar horrible que no debería existir, que muestra lo bajo que puede caer la humanidad en el trato a sus semejantes, pero también nos muestra que siempre hay esperanza, que cuando la humanidad se mueve por el amor, lo imposible se consigue. Con amor, un lugar como Moria, también te enseña lo mejor de la humanidad, descubres que lo que importan son las personas y que cuando te das, recibes con creces. Te enseña, que cuando  ayudar al otro es lo que te mueve, eres capaz de sacar la mejor versión de ti mismo y cuando ese espíritu se comparte, aprendes de todas las personas que te rodean.

De todas las luces que he descubierto en Moria, me quedo con los gestos de cariño y agradecimiento de los pacientes a los que atendí. El amor que me transmitían, me llevaba  a hacerlo mejor con el siguiente, me animaba a intentar ser luz y a seguir luchando por un mundo más humano.

Seguiré compartiendo las luces y sombras que he descubierto en  Moria…

 

 

 

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